- ¿Ves esto Kalir?
Moran estaba sentado detrás del duro, repasando los sensores, cuando dos puntos se iluminaron en su pantalla.
- ¿Se puede saber en que coño nos hemos metido?
Para Belis Tunonel, el hiperespacio es casi tan común como nuestra dimensión habitual. Las estrellas se convierten en líneas de luz a través del enorme panel transparente del frontal de la nave. Le recuerda a su infancia como Generacional en una enorme nave de línea imperial. Correteando por los corredores del sector familiar. Huyendo de su madre y sus continuas quejas sobre lo poco que Belis honra a sus antepasados Corustcanos. En esos corredores había, y seguirán existiendo en aquellas naves que hayan sobrevivido a la caída del Imperio, unos ventanucos por los que la visión era parecida a la actual. Una visión que podría ser relajante, si no se tuviesen en cuenta los pseudo-ronquidos de Kalir. Este duro de enormes ojos brillantes y piel grisácea es el mejor piloto que Belis ha conocido en su vida. Mejor que cualquiera de los pilotos de Tie. A pesar de toda la propaganda imperial, Belis nunca tuvo el mismo odio que el resto profesaban a todo lo que no fuese humano.
- ¿Podías roncar un poco menos, no?
- No estoy roncando – replica el duro sin abrir los ojos con una sonrisa -, respiro fuerte. Y ya sabes que si no descanso bien, ¿quién esquiva los meteoritos en los que nos metes? ¿Moran? No sabe ni usar una torreta.
- Hey grisito, a mi no me metas – replica el aludido mientras saca una ficha de sabbacc de no se sabe donde.
Siempre igual, piensa Belis mientras sale del puente, 5 años y la cosa sigue igual. Casi le parecía estar de nuevo en la fragata Impropious. Compañeros lanzandose pullas. Todo fachada, porque a la hora de la verdad cualquiera de ellos daría la vida por uno de sus compañeros. Y cualquiera de los conocidos de Moran no se lo creerían ni por todos los créditos del Imperio. El Imperio. Casi puede ver uno de esos pequeños droides negros correpasillos por los que tanto le ha preguntado Jatak. Un momento.
- Hey Belis – Jatak’niei con los lekkus a la zaga, aparece casi sin resuello por el corredor, detrás del pequeño droide - ¿Qué te parece el MSE-6?
- ¿Estás de broma? ¿Lo has hecho tu? – pregunta Belis sin salir de su asombro – Eso es en lo que estabas tan ocupado, eres increíble.
- Talento innato, Belis, innato.
Justo cuando Belis se acerca al droide, una familiar sensación, le activa los sentidos.
- Hemos llegado chicos – la voz de Moran llega distorsionada por los comunicadores de la nave.
- Nos vemos en el puente – responde Jatak apretando momentaneamente el botón de la pared.
Eriadu es el Coruscant del Borde Exterior. Aun así Phelar Port está en una zona deshabitada y árida en la que los piratas y contrabandistas se pueden refugiar facilmente y al mismo tiempo tener acceso a los repuestos necesarios, así como una ciudad superindustrializada donde vender sus últimas adquisiciones. Precisamente un grupo así es lo que buscan. Recuperar cierto datapad es su última misión. Y así empieza todo.