
El efecto del despegue era engañoso. Los transportes tenían los compensadores inerciales ajustados al 100%, así que no había la más mínima sensación de empuje en el despegue. Se podía notar al salir o entrar en atmosferas y por supuesto con el hiperespacio, pero por lo demás era como estar sentado en las gradas de un circuito de vainas. Aun así, Kalir se volvió a sentir cómodo. No le gustaba demasiado la sensación de la gravedad natural. Tan diferente para los distintos planetas, en uno te sentías flotar y en otro te costaba respirar. En cambio dentro de una nave siempre era el mismo. A veces pensaba que la natural era artificial y la artificial era la gravedad natural.

Sabía que desde lejos se les vería como un diminuto punto de luz, pero el ya estaba viendo difuminarse el cielo para dar paso al manto de estrellas. Sus años de piloto y navegante entraban en acción, reconociendo las estrellas hasta situarse en el punto exacto.
- ¿Ves esto Kalir?
Moran estaba sentado detrás del duro, repasando los sensores, cuando dos puntos se iluminaron en su pantalla.
- ¿Se puede saber en que coño nos hemos metido?

- ¿Ves esto Kalir?
Moran estaba sentado detrás del duro, repasando los sensores, cuando dos puntos se iluminaron en su pantalla.
- ¿Se puede saber en que coño nos hemos metido?